Un logro esperado en materia de salud pública para unos, un golpe duro para una
industria millonaria en la mirada de otros: la alcaldía de Los Ángeles aprobó
el uso obligatorio de condones para los actores de películas porno en todos los
rodajes que se realicen dentro de los límites de la ciudad estadounidense.
Con un apoyo abrumador de 9 contra 1, el Concejo municipal dio el visto bueno a una propuesta impulsada por la organización no gubernamental AIDS Healthcare Foundation (AHF, en inglés), dedicada a la lucha contra el VIH/SIDA.
"Es un gran día para los actores (del cine pornográfico) y para un sexo más seguro en nuestra sociedad. Es el primer cuerpo legislativo en considerar el tema con la seriedad que se merece y el apoyo unánime que se logró es muy gratificante", señaló el presidente de la fundación, Michael Wienstein.
La AHF llevó adelante una campaña solitaria de años contra un gigante económico: un negocio que oscila entre los US$7.000 y US$13.000 millones anuales, según distintas fuentes de la industria del cine para adultos, que en California tiene su base en el valle de San Fernando, aledaño a Hollywood.
Allí se rueda 90% de las cintas triple-X que Estados Unidos saca anualmente al mercado, tanto doméstico como internacional.
Desde las productoras se alzaron voces de protesta: consideraron a la ordenanza como una "amenaza" y una "invasión sobre los derechos de los actores" de decidir por sí mismos sobre el uso de protección en las escenas de sexo ante cámara.
Para los productores de pornografía,
la decisión reviste consecuencias
económicas: alegan que la imposición de los condones podría agravar el estado
de un sector ya golpeado por la recesión y la crisis.Con un apoyo abrumador de 9 contra 1, el Concejo municipal dio el visto bueno a una propuesta impulsada por la organización no gubernamental AIDS Healthcare Foundation (AHF, en inglés), dedicada a la lucha contra el VIH/SIDA.
"Es un gran día para los actores (del cine pornográfico) y para un sexo más seguro en nuestra sociedad. Es el primer cuerpo legislativo en considerar el tema con la seriedad que se merece y el apoyo unánime que se logró es muy gratificante", señaló el presidente de la fundación, Michael Wienstein.
La AHF llevó adelante una campaña solitaria de años contra un gigante económico: un negocio que oscila entre los US$7.000 y US$13.000 millones anuales, según distintas fuentes de la industria del cine para adultos, que en California tiene su base en el valle de San Fernando, aledaño a Hollywood.
Allí se rueda 90% de las cintas triple-X que Estados Unidos saca anualmente al mercado, tanto doméstico como internacional.
Desde las productoras se alzaron voces de protesta: consideraron a la ordenanza como una "amenaza" y una "invasión sobre los derechos de los actores" de decidir por sí mismos sobre el uso de protección en las escenas de sexo ante cámara.
Para los productores de pornografía,
"No se trata de la seguridad y la salud de los actores, es un intento por desacreditar a la industria. Para estos actores ya es difícil sobrevivir, tienen una vida profesional corta y no necesariamente bien remunerada. No se puede imponer una regla que atente contra una industria tan grande", expresó la vocera.
En el sector alegan que, para controles, bastan los que están en pie: la industria triple-X funciona de modo autorregulado, exigiendo revisiones médicas mensuales a sus figuras para, una vez confirmado que no son portadores de enfermedades de transmisión sexual, mantenerlos en una base de datos abierta para contrataciones.
Según señalan, registran al momento el índice de transmisión de enfermedades más bajo de la historia, lo que funcionaría como indicativo de éxito de sus estándares sanitarios.
Sin embargo, la mayor parte de la comunidad médica coincide en que, en la prevención del VIH y otras enfermedades sexuales, los chequeos –por muy frecuentes que sean- no remplazan al uso de protección.
Las estadísticas oficiales hablan de 17 casos de VIH reportados dentro de la industria entre 1998 y 2008, incluido un episodio de contagio múltiple en 2004 por parte de un actor a quien no se le había detectado el virus en su test mensual de rigor y, como consecuencia, expuso a 14 actrices con las que compartó escenas antes de que se lo confirmara como VIH positivo.
La noticia jaqueó a la industria por entonces y trajo aparejado el cese inmediato en las actividades de los estudios, con sus consecuentes pérdidas económicas. Y el escenario volvió a repetirse en 2010.
Los productores insisten en que el uso de preservativos es voluntario y queda a criterio de cada actor. Pero a la vez señalan que el público consumidor prefiere que las escenas transcurran "al natural".
Entre los actores, las opiniones varían: algunos se dicen libres de optar; otros consideran suficientes los chequeos médicos vigentes y hay quienes -como Derrick Burts, infectado por el VIH por su trabajo en cintas porno- abogan por fomentar la conciencia sobre la necesidad de protegerse.
*Fuente: BBC
No hay comentarios:
Publicar un comentario