La palabra inglesa
“petting”, sin traducción exacta al español, designa todas aquellas caricias,
roces, besos que constituyen un juego sexual mutuo con la intención de incrementar la excitación sexual sin llegar a la penetración y sin
tenerla como objetivo.
Se puede usar la lengua, la boca, las manos, las yemas de los dedos, los pechos, el sexo… o cualquier otra parte del cuerpo para estimular cualquier parte del cuerpo de la pareja.
Es un término que, tradicionalmente, se ha relacionado con
la adolescencia y que, hasta hace poco, ha tenido connotaciones negativas, asociadas a una “sexualidad inmadura”, puesto que, tradicionalmente, la sexualidad adulta está centrada en la penetración y los juegos son “preliminares” para llegar a la penetración, que es lo “realmente importante”
Se puede usar la lengua, la boca, las manos, las yemas de los dedos, los pechos, el sexo… o cualquier otra parte del cuerpo para estimular cualquier parte del cuerpo de la pareja.
Es un término que, tradicionalmente, se ha relacionado con
la adolescencia y que, hasta hace poco, ha tenido connotaciones negativas, asociadas a una “sexualidad inmadura”, puesto que, tradicionalmente, la sexualidad adulta está centrada en la penetración y los juegos son “preliminares” para llegar a la penetración, que es lo “realmente importante”
Sobre todo, hombres, no consideren los juegos como un medio, puro trámite obligatorio, para llegar a un fin (la penetración). Se dan cuenta las mujeres y resulta muy poco sexy y estimulante.
El petting es una excelente forma de calentar el ambiente, de explorar la sensualidad y sensibilidad de ambos, de conocer más al otro, de fomentar la complicidad, de descubrir qué estímulos nos gustan y qué caricias le gustan al otro…
Además, para muchas mujeres, los juegos son la mejor manera de llegar a un orgasmo, porque la estimulación de la penetración es insuficiente (el clítoris es siempre clave) y porque, jugando, se sienten más tranquilas, relajadas, motivadas y estimuladas.
Concentrarse en llegar al orgasmo es la mejor forma de perderse todo lo demás y no disfrutarlo. El camino es lo importante, no la meta. Es más, centrarse en objetivos supuestamente deseables, además de hacer que disfrutemos menos, crea ansiedad.
*Fuente: Lamaletaroja.com
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