Alguien se figura una
sociedad al desnudo? La idea es sugerente. Los nudistas calientan el clima de
agitación callejera en todo el mundo.
Pero este derecho tácito a mostrarnos ante los demás como nos plazca encuentra su contrapunto en el resto de la sociedad (los textiles, como dicen los nudistas). Y se organizan tertulias acerca de si hay algún derecho que asista a unos y otros, y sobre si el nudismo tiene más de perversión sexual o de inocencia.
“Por naturaleza, el hombre es un animal desnudo, y esta es una verdad inapelable”, espeta Ismael Rodrigo, presidente de ADN, una de las asociaciones nudistas y naturistas que existen. “Pero el prejuicio y la suspicacia moral pesan tanto como para considerar el cuerpo más pecaminoso que la vestimenta”.
El desnudo humano es antiquísimo, y una constante fuente de inspiración para el arte. Los griegos retrataron la anatomía masculina en todo su esplendor. En la Edad Media, el artista tuvo que templar su apetito y no se le consintió más desnudo que el de Cristo, siempre que se le despojara de cualquier atisbo erótico. Ya en los siglos XV y XVI, en pleno Renacimiento, hay una vuelta al ser humano, y el arte se torna expresión de la perfección, el vigor y la belleza. Prueba de ello, el David de Miguel Ángel. Desde entonces, el desnudo ha estado vinculado con el sistema de creencias religiosas y las acepciones del cuerpo humano de cada cultura: placer o dolor, amor u odio. Y aunque a veces haya habido que pintar o esculpir figuras, como santos o mártires para esquivar la censura, pocos artistas han perdido ripio a la hora de canalizar su interés por el cuerpo, varonil o femenino, y el impulso erótico que despierta.
Los naturistas, por su parte, justifican el ataque que reciben en la vergüenza. “Un concepto”, dice Ismael Rodrigo, “que nace con la idea del pecado original y convierte el cuerpo desnudo en objeto sexual”.
Quizá por eso, la psicoterapeuta estadounidense Sarah White usa el nudismo como modalidad terapéutica y considera que el desnudo, tanto del terapeuta como de los pacientes, ayuda a estos a explorar sus problemas, con un efecto positivo en la aceptación de la sexualidad masculina y femenina.
Pero este derecho tácito a mostrarnos ante los demás como nos plazca encuentra su contrapunto en el resto de la sociedad (los textiles, como dicen los nudistas). Y se organizan tertulias acerca de si hay algún derecho que asista a unos y otros, y sobre si el nudismo tiene más de perversión sexual o de inocencia.
“Por naturaleza, el hombre es un animal desnudo, y esta es una verdad inapelable”, espeta Ismael Rodrigo, presidente de ADN, una de las asociaciones nudistas y naturistas que existen. “Pero el prejuicio y la suspicacia moral pesan tanto como para considerar el cuerpo más pecaminoso que la vestimenta”.
El desnudo humano es antiquísimo, y una constante fuente de inspiración para el arte. Los griegos retrataron la anatomía masculina en todo su esplendor. En la Edad Media, el artista tuvo que templar su apetito y no se le consintió más desnudo que el de Cristo, siempre que se le despojara de cualquier atisbo erótico. Ya en los siglos XV y XVI, en pleno Renacimiento, hay una vuelta al ser humano, y el arte se torna expresión de la perfección, el vigor y la belleza. Prueba de ello, el David de Miguel Ángel. Desde entonces, el desnudo ha estado vinculado con el sistema de creencias religiosas y las acepciones del cuerpo humano de cada cultura: placer o dolor, amor u odio. Y aunque a veces haya habido que pintar o esculpir figuras, como santos o mártires para esquivar la censura, pocos artistas han perdido ripio a la hora de canalizar su interés por el cuerpo, varonil o femenino, y el impulso erótico que despierta.
Los naturistas, por su parte, justifican el ataque que reciben en la vergüenza. “Un concepto”, dice Ismael Rodrigo, “que nace con la idea del pecado original y convierte el cuerpo desnudo en objeto sexual”.
Quizá por eso, la psicoterapeuta estadounidense Sarah White usa el nudismo como modalidad terapéutica y considera que el desnudo, tanto del terapeuta como de los pacientes, ayuda a estos a explorar sus problemas, con un efecto positivo en la aceptación de la sexualidad masculina y femenina.
*Fuente: Quo.es
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