Por Elsy Reyes
Para Él
1. Roce de muslos a pubis
Puedes hincarte o sentarte en el
borde de la cama, teniéndolo de frente. Coloca un poco de aceite de masajes en
la punta de tus dedos y roza, casi como si apenas tocaras su piel y sin
presión, la corva de sus rodillas hacia arriba sobre el centro de sus muslos
anteriores. Sube tus dedos hasta el inicio de sus nalgas. Ahí continúa hacia el
frente y sigue rozando sobre la pelvis hasta que tus manos se unan en el pubis.
2. Masaje de pene a dos manos
• Con las manos perfectamente
lubricadas, tomarás -con una mano- su pene desde el tronco y la deslizarás
hacia el glande. Con el pulgar masajearás este último punto de abajo hacia
arriba. O sea desde la corona posterior del glande hacia el orificio uretral; o
bien en un rápido círculo sobre su misma forma.
•Al tiempo de que una mano sube, la
otra comienza el recorrido desde el tronco. O sea, la caricia nunca se detiene:
Cuando una está en el glande, la otra ya está en el tronco subiendo. El
movimiento ascendente por obviedad hará que hales ligeramente del pene, por
ello aunque aumentes la velocidad, no presiones demasiado porque pudieras
lastimarlo.
3. Atiende su trasero
A cada lado de la línea divisoria,
están un par de centros que ayudan a relajar, los puntos de estimulación que
excitan la próstata y la producción de testosterona se sitúan alrededor del
cóccix, así que haz círculos alrededor de este husito con tu lengua a cada una
de sus nalgas. Da pequeños mordiscos y succiones con los labios en cada una,
como si fueran ventosas. No olvides el pliegue que las une con las piernas.
4. Trabaja su pelvis
Coloca ambos pulgares en sus huesos
de la pelvis y muévelos hacia abajo con un poco de presión, como si dibujaras
con ellos un calzón. Llega hasta el pubis y con el resto de los dedos toca su
entrepierna.
5. Y para cerrar la postura de la
Diosa, te lo ganaste!
Combina penetraciones a ritmos y a
tres profundidades (tú llevas el control). O sea, desliza tu cadera para que
sólo el glande entre a tu vagina y presiona como si hicieras un kegel, luego un
poco más hasta la mitad del tronco de su pene; den nuevo contrae.
Posteriormente permite que penetre a profundidad máxima y contrae por un
intervalo amplio.
Para Ella
1. Una buena cuchareada
Haciendo el amor en posición de
cuchara (como siempre), levanta su pierna -la que queda libre- y desliza la
mano por debajo de su trasero trasero, justo hasta el clítoris para masajearlo.
No dejes de penetrar.
• Extiende sus piernas. Una vez que
haya llegado al orgasmo producto de la estimulación manual clitorial, pídele
que extienda las piernas (ayúdala acariciando sus muslos hacia atrás) y empuje
la pelvis hacia adelante en tanto la tuya presiona hacia la misma dirección.
Intensificarás el orgasmo.
• Muévela. Gírate para recostarte
sosteniéndola de las caderas para que queda tendida sobre ti. El reto es no
perder la penetración. En otra variante, empuja suavemente su espalda para que
quede montada en tu pelvis.
2. Masajeando el perrito
O sea, estando en postura de cuatro
puntos o sea, ‘de perrito’, acéitala. A ella, a su espalda. Cubre tus manos con
aceite para masajes y desliza tus manos hasta su pelvis y abdomen bajo;
haciendo una ligera presión regresa hasta su cóccix.
3. El vaivén
Recuéstate con las piernas estiradas
y pídele que se monte en ti. Un vez que hayas penetrado ella deberá acostarse
hacia tus pies e igualmente estirar las piernas ligeramente abiertas sobre tu
pecho. Tómense de las manos y tiren hacia ambas direcciones. Al jalar
hacia ti penetrarás y ella, al tirar hacia sí, permitirá una ligera salida de
tu pene.
5. Activa sus bubis
De frente acerca una de tus manos a
sus pechos. Blofea. Sin tocarlos, con tus dedos a unos centímetros de su piel
recórrelas desde las axilas hasta el nacimiento, rodea sus pezones. Ella lo
sentirá y comenzará a fantasear, da ligeros roces ‘casuales’ y permítele que
sienta ‘hambre’ de ser tocada. Después de un rato, toca suavemente, acaricia
uno de sus pezones con el pulgar circularmente y estimula oralmente. Todo
viéndose a los ojos y sin hablar.
6. Regalo de Venus
Comienza por observarla, deslizar tus
dedos por los labios mayores hasta el perineo, sube ahora por los labios
menores y detente en el orificio uretral. Repite el recorrido con la lengua.
Coloca los labios sobre el clítoris, ábrelos poco a poco y deja salir apenas la
punta de tu lengua. Muévela en círculos, succiona. Sutil y con
tiempo. Presiónalo ligeramente con los labios y vuelve a masajear,
lingualmente.
Conforme sientas que va lubricándose,
toma un poco de fluido del vestíbulo vaginal y expándelo por los labios (de la
vulva, no los tuyos, duh).
Asegúrate que esté muy húmeda e
introduce el dedo índice y el cordial (o el anular y el cordial) con las yemas
de los dedos viendo hacia ti, de frente. Apenas un par de falanges, no más.
Presiona hacia su ombligo. Combina con besos y recorridos linguales al
clítoris. Y obsérvala disfrutar. Al llegar al orgasmo, repite, con mayor
sutileza (ya está estimulada) permítele llegar al clímax tanto como desee.
*Fuente: Elsyreyes.com
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