El hombre se sienta con las piernas
extendidas. Inclina un poco el tronco hacia atrás, apoyado sobre las manos.
Debe estar cómodamente posicionado para que la postura sea agradable todo el
rato. Una alfombra mullida o incluso la cama son preferibles a las baldosas.
Evitar el parquet por las astillas.
La mujer viene a sentarse sobre él,
dejándose penetrar para tener un punto de anclaje solido con el cuerpo de su
pareja. En esas condiciones, se puede dejar caer hacia detrás, apoyándose sobre
sus manos también y elevando sus piernas para colocarlas en los hombros de su
compañero. Es necesario un pequeño tiempo para ajustarse y que
la pareja
encuentre la inclinación ideal de los bustos, que posibilite mantener la
posición durante un buen tiempo.
Así encajados, manos y brazos no
están disponibles y el hombre tiene sus capacidades de movimiento bloqueadas.
Es la mujer esencialmente la que actúa. Algunas prefieren balancear su pelvis
metiendo alternativamente el vientre y los riñones. La calidad del contacto
entre pene y vagina da sensaciones que se pueden variar gracias a la dulzura de
los movimientos. Hace falta saber tomarse su tiempo y, por qué no, cerrar los
ojos y sentir la excitación irradiar su sexo e invadir, en lentas ondas, todo
el vientre, los muslos y las piernas antes de paralizar poco a poco los músculos.
Otras mujeres son más sensibles al
vaivén. Apoyándose sobre el soporte con sus manos, las piernas en los hombros
de su amante, podrán elevar y bajar la pelvis para correr el pene en su
interior.
Esta posición de la bufanda limita la
excitación sexual a lo básico, es decir el pene y la vagina. Otras posiciones
facilitan el contacto de varias partes del cuerpo y provocan sensaciones más
variadas y difusas, pero en la bufanda, todo está concentrado. El interés es
permitir sólo pensar en una cosa, obnubilarse con un solo elemento y sentir con
más intensidad los matices despertados por el movimiento.
Una posición de expertos, la bufanda
es una de las mejores maneras de calentarse antes de alcanzar las temperaturas
más extremas del placer.
*Fuente: Doctissimo.es
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