Él
confortablemente tumbado sobre la cama, las piernas colgando fuera de ella, con
los pies en el suelo. Ella sentada encima, los muslos separados lo suficiente
para poder acariciar su clítoris y la base del sexo del hombre. Es ella la que
marca el ritmo durante la penetración y para lograr una estimulación mayor
puede apoyarse en las rodillas. Esta postura ofrece al hombre un ángulo de
visión excepcional sobre la penetración y sobre las nalgas y los genitales de
la mujer. Sus manos están libres, por lo que puede estimular las nalgas y la
zona anal de su pareja.
*Fuente:
Enfemenino.com
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