Es indispensable reconocer que la tolerancia a la violencia depende
de su identificación. No podemos oponernos a lo que no existe. La violencia no siempre se
manifiesta con golpes o maltrato
físico. La violencia se da en las relaciones de modos muy sutiles que
van desde el maltrato verbal hasta
la indiferencia y el silencio como modo de dominar al otro. Un gesto, una
palabra, un silencio o una actitud pueden causar heridas muy dolorosas y hasta
daños permanentes.
Identificar la violencia es el primer paso para erradicarla: cualquiera de los
siguientes comportamientos, entre otros, son violentos:
·
Los comentarios agresivos e
hirientes sobre tu aspecto físico, tu modo de ser y tu modo de actuar
·
Las limitaciones que otros
te imponen para que te separes de amigas, amigos, familia o compañeros de
trabajo, argumentando sin ninguna evidencia que
no son positivos para ti
·
Las presiones para que
cambies de comportamiento a través de la manipulación
·
Las amenazas de dejarte, de
no darte dinero, de que alguien se va a quitar la vida sí lo dejas o de
castigarte de algún modo
·
Los cambios bruscos de
humor del otro, que te atribuyen cómo si tu fueras la culpable
·
Humillaciones
de cualquier tipo
·
Las intrusiones a tu vida
privada: cómo leer tu correo, revisar tu cartera, escuchar tus llamadas, etc.
·
Los silencios de
indiferencia, los gestos de desaprobación, el no compartir contigo su mundo, el
menospreciarte
·
Toda
violencia o maltrato físico
·
Forzarte a tener relaciones
sexuales o a tenerlas de modos que tu no deseas
·
Discriminarte por tu orientación
sexual, tu posición económica, tu trabajo, tu raza, tus orígenes, etc.
La lista puede ser interminable, lamentablemente, las
personas podemos desarrollar violencia en nuestras relaciones incluso sin estar
conscientes de ello. Debemos revisar continuamente nuestros modos de actuar con los demás. Debemos
estar muy atentos a lo que sentimos. Sí te sientes triste, deprimid@, agotad@
emocionalmente, asustad@, y especialmente sí
sientes que estás todo el tiempo atent@ al estado de ánimo de la otra persona y
te preocupa que se vaya a enojar, a salir de control, a enfurecer o a
violentar: cuidado.
En el momento en el que le cedes al otro el poder
sobre tu estado de ánimo, en el momento en que tu atención está puesta en
detectar cualquier cambio de
humor del otro, es seguro que puedes saber que estás viviendo una
situación de violencia. Y es, muy probablemente, el momento en el que debes
pedir ayuda profesional, porque si permites que esto continúe, seguirás
teniendo el mismo problema, la violencia no se arregla por sí sola y en muchas
ocasiones la persona agresiva no cambia. No se va a arreglar sí lo hablan, no
se va a arreglar si tu cambias. Es muy duro aceptarlo: a veces, la persona violenta NO va a cambiar.
Cuidar de nosotros mismos es nuestra más grande responsabilidad. Sí somos infelices, vamos a hacer muy infelices a otros. No culpemos a los demás por nuestra incapacidad para poner límites.
*Fuente: Salud180.com
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