-Por Anna Costa
Antes de nada hay que aclarar que las disfunciones sexuales no son
enfermedades. Simplemente son alteraciones físicas y psicológicas que
dificultan a la persona el pleno disfrute de las relaciones sexuales. La mayoría de disfunciones
son de tipo no orgánico, es decir,
son psicológicas y están causadas por conflictos personales y suelen ir
acompañadas de un cuadro de estrés o ansiedad. Esto puede provocar la inhibición
del apetito sexual -muchas veces
como consecuencia de una crisis de pareja
o
de un distanciamiento-, o bien la eyaculación precoz en los hombres. Otras
disfunciones comunes, como los problemas de erección pueden obedecer a causas
psicológicas u orgánicas.
Independientemente de cuál sea el
origen del problema, el primer paso para resolverlo es reconocer que existe.
Hay mujeres que nunca han tenido un orgasmo porque ignoran que
pueden obtener
más placer del que reciben. Del mismo modo, hay hombres que equiparan el sexo a
la eyaculación en el coito, cosa que sucede mucho antes de lo que ellas
desearían.
El segundo paso es informarse, es
importante que conozcamos bien nuestro cuerpo y sus reacciones, antes de ver
cómo podemos mejorar nuestra
vida sexual. El
tercer paso consiste en tomar medidas eficaces para disfrutar de la sexualidad.
Aunque
aboguemos por la comunicación, nunca resulta fácil decirle a tu pareja que es
hora de buscar ayuda profesional. Es un tema extremadamente delicado, por lo
que jamás hay que soltar en caliente algo como: «deberías buscar ayuda» tras la
enésima sesión de sexo fallido.
Es mejor
mantener este tipo de conversaciones fuera del dormitorio y con la cabeza más
serena. Empieza valorando las cosas positivas de vuestra vida sexual, sin
centrarte exclusivamente en el «problema sexual». Utiliza siempre el plural y
no personalices directamente la disfunción. Que quede claro que el problema es
de los dos. De este modo tu pareja lo interpretará como una sugerencia para mejorar
la relación, y no como un ataque descarnado hacia su sexualidad.
Una vez
roto el hielo, si tu pareja ha aceptado la ayuda profesional de una tercera
persona es el momento de elegir el terapeuta sexual o especialista en sexología.
Por el
contrario, si tu pareja se cierra y se niega a consultar con un experto,
empieza a plantearte hacia dónde va su relación. No querer resolver un tema tan
importante para amos puede afectar seriamente al futuro de la pareja.
*Fuente: Libro
Buen Sexo de Anna Costa, Editorial Océano.
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