Este
mecanismo es muy similar al que sentimos cuando nos invade el miedo: corazón
desbocado, rodillas con flojera, sensación de irritabilidad muy característica
en la boca de nuestro estómago. Todo esto depende de nuestro sistema nervioso
vegetativo, que es el que rige las funciones corporales que no dependen de
nuestra voluntad, como es el ritmo y la intensidad del ritmo cardíaco.
Cuando
nuestro cerebro detecta algún tipo de amenaza,
o en el caso del amor, la presencia del 'objeto de deseo', se desencadena un conjunto de reacciones encaminadas a poner el cuerpo en condiciones de atención y velocidad de reacción máximas. Se envía la alarma al hipotálamo y éste dispone la secreción urgente de hormonas del estrés, sobre todo la adrenalina. Al mismo tiempo, determinados haces nerviosos transmiten al corazón la orden de estar preparado para cualquier eventualidad.
o en el caso del amor, la presencia del 'objeto de deseo', se desencadena un conjunto de reacciones encaminadas a poner el cuerpo en condiciones de atención y velocidad de reacción máximas. Se envía la alarma al hipotálamo y éste dispone la secreción urgente de hormonas del estrés, sobre todo la adrenalina. Al mismo tiempo, determinados haces nerviosos transmiten al corazón la orden de estar preparado para cualquier eventualidad.
*Fuente:
Quo.es
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