29 de enero de 2014

Cuando la cama sólo sirve para dormir, toca revisión



Para que nuestro deseo siga vivo necesitamos mucho de novedad, misterio e imposibilidad y, claro, cuando una pareja comparte las sombras de la vida cotidiana -léase, pelos en la ducha, la basura que sacar, una gastroenteritis-, no resulta fácil. Así, pues, un año, a lo sumo dos, es el tiempo que solemos tardar en pasar de la pasión sexual a la rutina, al más de lo mismo, al hoy no tengo ganas o algo peor.
Es lógico vivir etapas de menos apetencia (estrés, posparto, bache emocional…), pero no que la norma sea cama igual a dormir y conformarnos, ¿a la espera de un milagro? La pasión en parejas de largo recorrido no es un regalo: hay que ganársela y si deseamos retomar el vuelo, hemos de
dedicarle un tiempo a analizar cómo son y cómo podemos sazonar nuestras relaciones sexuales.
Formas de afrontar la situación hay muchas, pero para sintetizar, aquí va una propuesta. Pregúntate:
-    qué te gusta y qué no,
-    qué falta, y
-    qué puedes mejorar.
Aunque leas esto de corrido, ¡no es una nimiedad! Hablamos mucho y muy frívolamente de sexo, lo que nos perjudica, porque acabamos por no tomárnoslo con la consideración que se merece. Sólo se puede mejorar de verdad desde un planteamiento realista y para ello nada como empezar con una buena reflexión. Piensa en cada apartado propuesto durante un rato y, si te ayuda, saca lápiz y papel y no te cortes: elabora tu lista de deseos hasta agotar tus ideas.
Para ayudarte, aquí tienes ejemplos de cuestiones a tener en cuenta y unas pocas especias para renovar el menú. Primero aborda los temas clave: tus prácticas sexuales preferidas; dónde y cómo quieres ser estimulada/o; si necesitas más besos y caricias; más o menos saliva; tus posturas coitales favoritas;  ¿más sexo oral?;  sólo manos, sexo anal…etc

Repasados estos temas, puedes abordar otros (¡todos los que quieras!) a fin de aumentar tu líbido: qué tal variar de escenario (de pie en la ducha, en la terraza de noche, cita en un probador o en una cabina de sex-shop); cambiar el horario (si pones el despertador un poco antes ¿mejoraría su día? ¿Y si se saltan la comida?); adoptar otras actitudes (más romanticismo, comentarios lascivos, juegos de dominio-sumisión) y/o afrontar nuevos retos (encontrar zonas erógenas como el cul-de-sac femenino o el P masculino, cambiar de papeles, disfrazarse, filmarse.
No hay espacio para más, pero espero que estas pinceladas sirvan para captar la idea: se trata de desmenuzar tu vida sexual (el antes, durante y después) para encontrar todo aquello que pueda mejorar y actuar en consecuencia. No tires la toalla: no sólo es posible remontar, el deseo puede ir a más si juegas bien tus cartas.
Si siempre haces lo mismo es probable que estés más que aburrida/o, incluso desilusionada/o, de tus relaciones sexuales. Pero no te precipites y, por extensión, empieces a cuestionar tus sentimientos hacia él/ella o su futuro en común: “Si le quisiera, ¿no debería desearle?” El tedio sexual no implica que el amor haya muerto. Intenta reavivar el fuego carnal y luego te planteas tu crisis, ¡si es que te acuerdas! La alarma sólo debe saltar cuando pasan los meses y nada de nada. Entonces, mejor tomar cartas en el asunto.


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