Por primera vez en el mundo, un grupo de
investigadoras mexicanas lograron generar vaginas con ingeniería de tejidos,
permitiendo que jovencitas que carecían de este órgano a consecuencia de un
síndrome congénito, retomaran su vida normal incluida en ella su actividad
sexual.
Así los investigadores se concentraron en cultivar
dos tipos de células: epitaliales y musculares, las cuales se obtuvieron de las
vulvas de las propias pacientes -que son muy similares a las células
vaginales-, y las colocaron en una matriz sintética comercial, de modo que al
cabo de unas cinco o seis semanas, tenían ya el órgano completo de células y
listo para implantarse.
Cabe señalar que las mujeres evaluadas carecían de la vagina a consecuencia de
un síndrome congénito llamado Mayer-Rokitansky (donde la alteración de un gen
inespecífico evita el desarrollo de la vagina y a veces también del útero).
Sin embargo la técnica de reconstrucción puede aplicarse también en otros
casos, donde el cáncer (cervicouterino o sarcoma), las lesiones o anomalías
congénitas, hacen necesario regenerar dicho órgano.
La doctora López-Bayghen comentó que estos resultados validan la tecnología que
han desarrollado desde hace una década (inicialmente para fabricar uretras), y
que ahora está disponible para generar órganos más complejos como la vagina.
“La uretra funciona más como un tubo, pero la vagina debe tener un componente
de fuerza muscular y de contractibilidad para permitir la función sexual y la
reproducción.
“Esto es un paso adelante que demuestra que construir estos tejidos tubulares
con dos tipos de células mediadas por una matriz, puede generar un órgano más
complejo”, indicó la investigadora del Cinvestav.
Finalmente, López-Bayghen señaló que ninguna otra tecnología ha logrado
mantener la comunicación entre el útero y el exterior durante toda la vida, lo
cual ahora es posible al regenerar con esta técnica al órgano y su función,
incluida en ella la reproducción, lo cual implica un logro médico muy
importante.
Este trabajo, que ya ha sido publicado por la revista Lancet, es apoyado
principalmente con recursos federales del Hospital Infantil de México, Federico
Gómez, de la Secretaría de Salud; así como por el Programa de Estímulos a la
innovación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
*Fuente: El Financiero
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