A menudo
las circunstancias propician que la vida sexual de una persona entre en pausa. Más
allá de las razones, está la consecuencia: hay que suspender la intimidad, y
dar inicio -voluntaria o involuntariamente- a una etapa de abstinencia.
A menudo
quienes atraviesan una situación así, no la reflexionan en el momento. Pero lo
normal es que después empiecen a cuestionarse si serán capaces de retomar su
actividad erótica sin consecuencias.
ÓRGANO QUE
NO SE USA ¿SE ATROFIA?
En
definitiva los cambios en la dinámica del erotismo pueden pasar factura, sobre
todo en lo referente a la seguridad y el aplomo que cada uno tiene en la cama.
Quienes
suspenden su vida erótica, por el motivo que sea, pueden experimentar una
dificultad para restablecer su actividad coital. La consecuencia psicofísica
más común es la percepción de incapacidad para disfrutar el acto sexual y considerar
la reanudación sexual como un periodo de prueba donde hay que mostrar al
compañero la capacidad de dar y recibir placer. Sus temores a no hacer un buen
papel en la cama terminan por inmovilizarlos. Esta conducta tiene un origen
emocional, por la creencia en que no darán la medida que se espera de ellos.
Con este peso sobre la espalda ningún amante gozará libremente la expresión de
la sexualidad.
La
habilidad sexual tiende a ponerse a prueba más frecuentemente en el varón,
quien mira con extrañeza su dificultad para lograr y mantener una erección,
asociándose a este problema la eyaculación precoz.
Por ejemplo
es común que el hombre que ha pasado más de 15 días sin consumar un acto sexual
tenga sueños húmedos, donde eyacula dormido. Luego, cuando vuelve a casa y
quiere sostener un lance amatorio la eyaculación precoz interrumpe
repentinamente el evento. En otras ocasiones la dificultad para que la erección
tenga la dureza suficiente para penetrar, complica que el acto se pueda
consumar.
Pero ni el
pene ni la vagina que tuvieron actividad coital y la pausan, sufren de algún
trastorno físico por esa razón. La vagina es una cavidad virtual que cuando no
está en un acto de acoplamiento se mantiene húmeda y cerrada. El pene alterna
periodos de erección y flacidez diariamente, por lo tanto no se atrofia por falta de uso.
La
intimidad física en ambos sexos combina carnalidad y psicología. La disminución
de las hormonas sexuales por falta de práctica erótica provoca un bajo apetito
carnal en hombres y mujeres, lo cual les hace sentirse indiferentes o incapaces
ante un posible encuentro.
No
obstante, tales sustancias incrementarán su producción ante la demanda
constante de contacto sexual. Es común que al principio quien dejó de tener
sexo, al reanudar su intimidad tenga dificultad para realizarla
satisfactoriamente, pero con la práctica
constante las hormonas se elevarán y el desempeño en la cama mejorará.
Por otro
lado, cabe hacer un paréntesis para desechar otro mito: es frecuente escuchar
cómo se afirma que las personas que interrumpen la vida coital se llenan de
espinillas como una evidencia de su abstinencia. La verdad es que esta creencia
popular no tiene evidencia científica.
¿SIN SEXO =
MALHUMOR?
La
suspensión de la rutina coital puede deberse a una elección personal, como
ocurrió con Mahatma Gandhi, quien siendo casado tomó junto a su esposa un voto
de castidad; o igualmente puede ser una decisión obligada por las
circunstancias que priven en una cultura, como es el caso de las viudas en el
hinduismo, que son recluidas en una casa.
Más allá de
las razones que den pie a la abstinencia, entre las afirmaciones más comunes en
torno a quienes de pronto viven con ella, se encuentra una que señala que se
vuelven sujetos malhumorados, enojones. En efecto esto sí puede pasar, pues el
hecho de desear algo (en este caso el sexo) y no tenerlo llega a provocar
irritación y molestia.
Sin
embargo, por el contrario, esto no ocurre en individuos que aceptan la
interrupción de su vida sexual por la causa que sea, y no viven añorando el
pasado.
Podemos
deducir entonces que de la aceptación de
la realidad depende el estado de ánimo. Quienes anhelan lo que tuvieron y
ya no está ahí, se disgustan con ellos mismos y permanecen en una constante
frustración.
CREENCIA
ERRÓNEA: ÉL NO AGUANTA, ELLA SÍ
Reprimirse
sexualmente no es una elección única de ellos o ellas, pues ambos sufren de
esta condición. Considerar que es imposible para el varón aguantarse sin
sostener relaciones coitales, es una falsa idea que se tiene de la sexualidad
masculina.
Tanto la mujer como el hombre pueden contenerse
sexualmente; es decir,
sentir deseos y no expresarlos por voluntad, prejuicios sociales, religiosos,
mentales, etcétera.
Hay que
subrayar: no causa daño físico o mental privarse de tener relaciones; es
anhelarlas y reprimirse lo que provoca el desencanto.
EL MAYOR
MITO
Durante
siglos se ha mantenido vigente el mito de que para ser feliz es indispensable
tener actividad sexual. Se afirma como una verdad absoluta que ningún ser
humano, hombre o mujer, puede ser sano sin vida erótica activa; especialmente
quien ya la tuvo y por circunstancias de lo más diversas dejó de disfrutarla.
Ningún ser humano muere por no sostener relaciones
íntimas en pareja. La
tensión sexual es como una flama que se aviva con el deseo al punto de requerir
la liberación orgásmica. Puede darse bajo el sueño cuando el inconsciente toma
el control absoluto del interior del ser humano; puede externarse de manera
libre en una autocomplacencia como la masturbación o las fantasías; su
manifestación en pareja ofrece la alternativa del orgasmo compartido. Mas nadie
vive ajeno a la sexualidad y a sus deseos. Todos somos sujetos sexuados con
expresión erótica.
Quien se
priva voluntariamente del sexo en pareja puede vivir sin sobresaltos su
sexualidad, como ocurre con aquellas personas que asumen el celibato
sacerdotal, o filósofos como Siddhartha Gautama (Buda) quien decidió separarse
de su esposa y su hijo para buscar la iluminación espiritual.
La
abstinencia voluntaria no impide la reacción biológica de la sexualidad;
quienes eligen tal camino encauzan ésta como la energía que los impulsa a la
espiritualidad. Otros pueden elegir el coito como un camino espiritual como
ocurre en el tantrismo.
En resumen,
quienes por la razón que sea hacen una pausa en su actividad erótica y después
la retoman, notarán que es perfectamente factible.
*Fuente: El siglo de Torreón
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