-Por Sylvia de Béjar
De la misma manera que por el hecho de
que un vegetariano se coma un día una chuleta no deja de serlo. Las razones de
esta confusión se encuentran en las raíces de nuestra cultura patriarcal
heterosexual militante. Incluso más allá, tampoco nos convertiría en
homosexuales una práctica sexual puntual con una persona de nuestro mismo sexo
En términos de orientación del deseo
lo fundamental es entender cuál es la tendencia predominante de nuestra
atracción por las personas. Es posible que la mayoría de las veces me atraiga
el sexo con personas del sexo opuesto y por el hecho de que pueda tener
fantasías o algún encuentro homosexual no me convierto en homosexual ni dejo de
ser heterosexual, igual que el abstemio no bebe nunca y tomar un vino de vez en
cuando no me convierte en bebedor (y mucho menos alcohólico).
Es importante escapar de las etiquetas
y no basar nuestra identidad sexual por identificación o pertenencia a un
modelo externo que compartan conmigo muchas personas. Cada uno de nosotros es un complejo mundo de
ideas, creencias, sentimientos, valores, sensaciones, etc., que hacen que la
sexualidad sea una forma de ser y estar en este mundo personal e intransferible,
es decir que lo que
me seduce y provoca mi deseo define mi manera única, particular y peculiar de
vivir mi sexualidad.
¿Por qué hay que ponerle nombre, por
ejemplo, en su orientación sexual a una persona que se sienta atraído por
transexuales no operados? Alguien así, que comparta su intimidad con una
persona con identidad de mujer, con pecho de mujer pero con genitales de hombre
no tiene porqué recibir una etiqueta que lo defina como algo distinto a los
demás… ¿o distinto a lo
normal? Son muchas las personas que acuden a la consulta de un
especialista para saber (y así sentirse seguras) si lo que les pasa es normal.
*Fuente: Sylvia de Béjar
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