Las caricias son un lenguaje universal. El ejemplo más amoroso de las
caricias tal vez sea el que le da una madre a su bebé pequeño: lo toca mientras
le da de mamar; para dormirlo, para calmarlo o simplemente, porque le da un
placer inmenso a mamá hacerlo. Las madres instintivamente conocen el Inmenso
Poder de las Caricias.
Entonces: ¿por qué no usamos también ese increíble poder con nuestras
parejas? Usualmente creemos que los hombres quieren ir directo y sin escalas al
coito, y ése es un Mito. A ellos les encanta y necesitan también ser
acariciados, consentidos y estimulados.
Hacer el amor es un “combo completo”, donde no sólo satisfacemos un
deseo sexual, sino que generamos un intercambio de emociones.Imaginemos una caricia suave en los cabellos durante el juego previo o
durante el mismo coito. ¿Qué estamos diciendo? Estamos diciendo: “te mimo, te
entiendo”. Acariciando el rostro, transmitimos “me gustas”. Una caricia profunda y con mucha presencia en el pecho masculino, le
dice “me importas, te consiento”. Con un suave toque en la entrepierna o en los labios, decimos: “te
deseo”. Estos son simples ejemplos. Cada quien tiene sus propios “modismos” en
el lenguaje de las caricias, sus “palabras favoritas” y sus propias emociones
que comunicar.
Si no estamos acostumbrados a acariciar o dejar que nos toquen, se nos
puede hacer un poco difícil al principio. Lo primero es que nos relajemos y empezamos a usar nuestras manos para
empezar a hablar con este poderoso lenguaje. Una buena manera de aprender este
idioma es